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Europa debe mantener políticas de apoyo fuertes para sostener la recuperación

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La pandemia se está cobrando un alto precio en Europa. Más de 240.000 personas han perdido la vida. Millones han padecido la enfermedad, la pérdida de seres queridos o serias perturbaciones en su trabajo, negocios y vida diaria.

El impacto económico de la pandemia ha sido enorme. Nuestras últimas Perspectivas económicas regionales de Europa pronostican una disminución del 7% del PIB europeo en 2020. La recuperación tras esta crisis será desigual y parcial. Si bien se proyecta que el PIB real repunte en un 4,7% en 2021, seguiría estando un 6,3% por debajo de nuestras proyecciones para 2021 anteriores a la pandemia, lo que implica una pérdida de PIB de casi 3 billones de euros. Gran parte de esta pérdida no se recuperará a mediano plazo.

La respuesta de política económica sin precedentes, tanto en términos de rapidez como de magnitud, ha evitado un resultado más devastador. Por poner un ejemplo: estimamos que, en Europa, al menos 54 millones de puestos de trabajo han recibido en algún momento apoyo de programas de mantenimiento de empleo. Esta ayuda ha mantenido a flote a muchas familias y empresas en estos tiempos difíciles. Las políticas a escala de la UE también han marcado la diferencia. Los riesgos siguen siendo importantes y están aumentando a medida que se intensifica la segunda ola de contagios. Dada la considerable incertidumbre existente, las políticas deben mantener un apoyo firme para sostener la recuperación.

La respuesta europea

La decidida respuesta de política económica ha protegido los ingresos y la capacidad de producción de la economía.

La política fiscal ha hecho la mayor parte del esfuerzo. Estimamos que la magnitud promedio de las medidas fiscales discrecionales adoptadas en 2020 ha sido del 6,2% del PIB en las economías avanzadas de Europa y del 3,1% del PIB en las economías emergentes. Este apoyo discrecional ha venido a sumarse a los potentes estabilizadores automáticos de Europa. Un gran porcentaje de los paquetes fiscales se ha utilizado en programas de mantenimiento del empleo y en apoyo de liquidez para las empresas. Estos programas han tenido un gran éxito a la hora de limitar el grado de destrucción de empleos y han evitado una cascada de quiebras y cierres de bancos.

La política monetaria y las políticas macroprudenciales han sido esenciales para facilitar condiciones de financiamiento favorables a todos los sectores de la economía. Los recortes de las tasas de política monetaria, la flexibilización de las condiciones en que los bancos pueden obtener liquidez y la reducción de las reservas bancarias de liquidez y capital han contribuido a garantizar el flujo de crédito, en especial hacia las pequeñas y medianas empresas.

Además, las políticas monetarias sumamente acomodaticias del Banco Central Europeo y de otras economías con moneda de reserva han tenido potentes repercusiones internacionales, con la flexibilización de las condiciones monetarias, también en las economías emergentes de Europa. Seis países europeos han recibido apoyo del FMI en forma de financiamiento de emergencia.

Estas intervenciones de política económica han contribuido a evitar una recesión aún más profunda y daños económicos duraderos en la economía europea. Estimamos que, en las economías de la UE, sin las medidas de política económica y el fuerte apoyo de la UE, la actividad económica podría haber sido entre 3 y 4 puntos porcentuales adicionales menos del PIB en 2020.

Enseñanzas y retos

Las autoridades económicas deben hacer lo que sea necesario para contener la pandemia y sus daños económicos, y no retirar el apoyo prematuramente, para evitar así repetir el error de la crisis financiera mundial. Con el tiempo, el apoyo deberá ser más focalizado y también más flexible para facilitar la reasignación de recursos y la transformación de la economía. Proteger la salud de las personas sigue siendo imperativo, entre otras cosas, mediante la cooperación internacional.

Deben mantenerse el apoyo a los ingresos y los programas de mantenimiento de empleo. A medida que la pandemia evolucione y la economía comience a recuperarse, los programas deberán adaptarse desde la protección de los puestos de trabajo hacia el apoyo a los trabajadores, que incluye programas de adquisición de nuevas habilidades.

En cuanto a las empresas, las políticas deben ir ahora más allá del apoyo de liquidez y velar por que las empresas insolventes que sean viables puedan mantener su actividad. Nuestro informe concluye que, en las economías avanzadas, aproximadamente una tercera parte de la escasez de solvencia inducida por la pandemia podría solucionarse con las políticas anunciadas, como subsidios salariales, donaciones o deducciones fiscales. En las economías emergentes de Europa, sería solo aproximadamente una cuarta parte. Por tanto, deben ponerse en marcha políticas que faciliten operaciones rápidas de reestructuración de la deuda en situaciones o no de bancarrota o, en algunos casos, poner capital a disposición de las empresas viables.

La inflación a largo plazo, que por lo general se sitúa alrededor o por debajo de las metas, y una capacidad económica ociosa considerable sugieren que los bancos centrales deben mantener las políticas monetarias tan acomodaticias. La flexibilización macroprudencial debe desplegarse solo de forma gradual.

Cuando empezó la pandemia, los bancos europeos contaban con reservas de capital y liquidez fuertes y han demostrado resiliencia ante este shock sin precedentes. Su resiliencia, junto con la fuerte respuesta de política económica, ha contribuido a evitar una contracción del crédito. Nuestro estudio sugiere que, en ausencia de nuevos shocks, el coeficiente de capital promedio de los principales bancos de la UE debe permanecer muy por debajo de los requisitos de capital mínimos. Sin embargo, los préstamos en mora aumentarán y las autoridades económicas tendrán que facilitar su reducción con eficiencia. Además, los bancos tendrán que colaborar con los accionistas para elaborar una estrategia creíble de aumento de capital a mediano plazo.

Transformar la economía

 Este es también el momento de diseñar reformas que impulsen el aumento de la productividad y políticas que contribuyan a transformar la economía, cosechar los beneficios de la digitalización y mitigar el cambio climático. Los sistemas sociales pueden mejorarse y fortalecerse para que afronten mejor los despidos objetivos de trabajadores y las necesidades de reconversión profesional derivadas de la automatización y el cambio tecnológico. Las políticas, inclusive una mejor focalización del apoyo fiscal, también tendrán que abordar los efectos perniciosos de la crisis y de un posible aumento de la desigualdad, en especial dado que los jóvenes, las mujeres y quienes tienen un menor nivel de estudios se han visto afectados de forma desproporcionada.

Sin la excepcionalmente fuerte respuesta multidimensional de política económica, la recesión en Europa habría sido mucho peor. Deben mantenerse las fuertes políticas de apoyo porque la pandemia se está intensificando y la recuperación todavía es incipiente y frágil. Una vez que se liberen recursos fiscales del apoyo temporal a las personas y las empresas, deben reasignarse a inversiones públicas que desarrollen una economía más resiliente, inteligente, verde e inclusiva para el mañana. En el caso de los países de la UE, el instrumento Next Generation EU puede desempeñar un importante papel a este respecto. También, se debe iniciar la preparación de planes para reconstruir el margen de maniobra de la política, los cuales deberán empezar una vez que la recuperación esté plenamente en marcha. En conjunto, estas medidas contribuirán a limitar los daños perdurables de esta crisis y, así, reforzar la capacidad de hacer frente a la carga de la deuda.

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